La Biblioteca de LA FRANJA promueve la lectura comunitaria, al cuidado de los propios vecinos.
Allá lejos, en el mundo desarrollado, los politicos de turno no se preocupan por la muerte del libro impreso, la caída estrepitosa de la falta de lectura en manos de las bien habidas tecnologías digitales. Pero acá cerca, acá nomás en el barrio, en la otra cuadra, entre la gente común y silvestre que lucha y sufre y ama, germina y crece una iniciativa que recupera las bases fundacionales de la tradición letrada en la cultura occidental. El libro se vuelve un evento social a celebrar y compartir, y la lectura se convierte en una experiencia comunitaria y barrial.
Esta iniciativa tiene un nombre modestito y simple, como la gente de buena fe que lo lleva adelante: “La Biblioteca publica de LA FRANJA” es un proyecto en conjunto que impulsan los ciudadanos.
¿En qué consiste? En crear una pequeña biblioteca en un barrio periurbano. Un vecino tendrá a su cargo durante un tiempo la “administración” de esa biblioteca, llevará control de los movimientos -préstamos y devoluciones- que los lectores barriales realicen. Y luego, la biblioteca pasará a manos de otro vecino bibliotecario, quien deberá asumir la responsabilidad.
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